Forma abierta / Olle Baertling



La riqueza invisible ha de ser encontrada en forma abierta. Irradia una concentración comprimida de energía altamente cargada que se transforma con la fuerza radiante sugestiva hacia el espacio infinito en dinámica fuerte y dimensiones desconocidas. El arte en su forma más sublime, es un himno de alabanza a la creación, una fuerza invisible pero siempre presente. Un sentido del infinito, un vuelo a un destino invisible. Un cambio positivo de la vida interna del hombre, una realización de su mundo de ideas. Una intelectualización, una visualización de la fuente positiva de energía creativa, una visualización de su belleza etérea.

[imagen. Afiche de Olle Bærtling, A Modern Classic, October 2007 / January 2008 en Moderna Museet, Suecia] [texto. Olle Baertling] [sitio. baertling fundation]
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Una nueva Naturalidad (7 micromanifiestos) / Ábalos & Herreros

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1. El jardín latente

Sólo como un resto puritano de modernidad puede entenderse que aún hoy la palabra belleza esté proscrita de los debates profesionales. Basta con enunciar que la atracción por construir una nueva noción de belleza es casi lo único que da sentido a nuestra profesión (si quiere seguir entendiéndose como tal), para imaginar un programa de acción contundente, alejado de las trampas que meticulosamente nos tendemos. Si uno acepta esta proposición, la propia obra se transforma en notas de un particular cuaderno de viajes. Se construye con él un atlas mental, una geografía imaginaria capaz de iluminar cada lugar desde la propia proyección (invirtiendo el contextualismo tradicional) y dando forma, paso a paso, a un jardín latente. Esta visión remite quizás al filón pintoresco, superviviente subterráneamente hasta nosotros, encadenando nombres (Uvedale Price, Frederick L. Olmsted, Le Corbusier, Bruno Taut, Roberto Burle Marx, Lina Bo Bardi, Robert Smithson, Archigram, Cedric Price y otros).

La fusión de naturaleza y artificio, la disolución de límites disciplinares entre arquitectura, arte, jardín y pensamiento, la organización de la experiencia como secuencias narrativas, la primacía de lo visual y el movimiento, también en lo inmaterial e invisible, la construcción de un espacio público y una arquitectura reflejo de las nuevas sensibilidades... Estos ingredientes conducen a un nuevo jardín que se ve o no se ve, pero sin él no hay nueva arquitectura sino, a lo sumo, variaciones. Quien lo imagina no se alimenta sólo de enunciados abstractos y nombres propios; debe construir otra cartografía paralela que ilumine sus proyectos conquistando nuevas referencias formales, nuevos símbolos, palabras y técnicas que le permitan abandonar los antiguos, carentes ya del atractivo necesario. Y debe reconstruir el interlocutor, a quién habla, a qué mundo se dirige (ver puntos 2, 3, 4 y 5). El cuaderno de notas se configura así con esbozos (las obras y proyectos), notas a pie de página, ideas prestadas y originales, nombres, imágenes, conversaciones, múltiples materiales que se miran a sí mismos y que recomponen nuestra propia mirada. El trabajo del arquitecto se confunde con el del jardinero: desbrozar, preparar el terreno, escoger las especies y sembrarlas de forma organizada, cuidando después de que el paso del tiempo haga bien su trabajo.

2. Descampados/Áreas de impunidad

La disolución de la oposición natural-artificial que observamos a todas las escalas, conlleva un programa de trabajo que no es otro que el de redescribir, a través de la arquitectura, la posición del hombre contemporáneo frente al mundo. Las "áreas de impunidad" son precisamente lugares en los que se produce de forma excepcional esa condición ambigua, cuya definición como espacios públicos o espacios naturales es imprecisa. Lugares antes negativos, a los que la mirada de los nuevos sujetos sociales y sus prácticas han dado una nueva urbanidad. Mirad los descampados de nuestras periferias, cómo en esos terrenos baldíos se han construido casi todas las formas de socialización emergentes aún, o precisamente porque, son territorios desregulados. Uno siente la tentación de preguntarse si en ellos no habrá un modelo metafórico, un casi-modelo, si cabría pensar en su complemento, el "desedificado", pues la palabra "descampado" es, en sí misma, fascinante, un campo que ha perdido sus atributos al acercársele la ciudad, esterilizándolo antes de ocuparlo, pero también dándole un papel trascendental en su nuevo contexto. Nos preguntamos si podría construirse una arquitectura así.

3. "Ecomonumentalidad"

Nos han acostumbrado a pensar la arquitectura en función del lugar, entendiendo que en él podríamos encontrar las claves con las que abordar el proyecto. Muchas son las formas de anclaje al lugar desarrolladas en las últimas décadas; desde las de raíz fenomenológica (Anchoring es el título de un texto significativo de Steven Holl) hasta actitudes que parten de la escuela de Francfort (Kenneth Frampton y su contextualismo) pasando por la influencia bergsoniana en la obra de Rafael Moneo o la estructuralista del genius loci en Aldo Rossi. Pero en los últimos años estamos asistiendo a una transferencia significativa: todo lugar ha pasado a ser entendido como un paisaje, sea natural o artificial, y éste ha dejado de ser ese fondo neutro sobre el que destacan objetos artificiales arquitectónicos, más o menos vocacionalmente escultóricos, para ser objeto de interés primario, foco de la atención del arquitecto. Así, modificado el punto de vista, el paisaje pierde su inercia y pasa a ser objeto de transformaciones posibles; es el paisaje lo que puede proyectarse, lo que deviene artificial. Al mismo tiempo, la arquitectura inicia procesos aún difusos de pérdida de definición tradicional, en los que es obvio un interés creciente por incorporar una cierta condición naturalista tanto en los aspectos geométricos y compositivos como en los constructivos, a la búsqueda de una sensibilidad medioambiental y de una complejidad formal que respondan con precisión a los nuevos valores de nuestra sociedad. El proyecto queda validado en tanto que construya una completa redescripción del lugar; que proponga, ante todo, la invención de una topografía. Se rescata, así, con este doble movimiento desde la naturaleza al proyecto y del proyecto a la naturaleza, una condición "ecomonumental" que comienza a abrirse paso, inexorablemente, más allá de cualquier argumento de oportunidad, de una forma que otros no dudarían en denominar "espíritu de los tiempos" o "voluntad de una época".

4. Material mundo

Ese artefacto-ciudad del que hablamos aparece como una amalgama, un material hasta ahora desconocido, un conglomerado de elementos naturales, artificiales e inmateriales o flujos, al mismo tiempo poroso y fibroso, con áreas densas y estables, cargadas de memoria y vastas extensiones desleídas, sin cualidades, casi líquidas; constituido por elementos antitéticos que han roto con la precisión de los límites tradicionales entre natural y artificial. Si fuésemos arquitectos modernos, pensaríamos esta ciudad en términos morales, y daría lugar a políticas reformistas. Pero parece más necesario y, si se quiere, más ligado a la práctica de la arquitectura, encontrar en ese magma un sustrato poético, entenderlo como algo que está invitado a ensayar una nueva mirada y, a su través, alcanzar una dimensión crítica. Ese material, la disolución de la oposición natural-artificial a todas las escalas, conlleva un programa de trabajo que no es otro sino el de redescribir, a través de la arquitectura, la posición del hombre contemporáneo frente al mundo.

5. Técnica híbrida, estética mestiza

La sensibilización hacia las políticas de la naturaleza ha influido en los paradigmas técnicos, desplazando el interés desde los experimentos de alta tecnología (sin duda un residuo del espíritu moderno) hacia modelos híbridos, en los que el acento ha pasado a ponerse en la interacción entre materiales naturales (masivos e inertes energéticamente( y materiales artificiales altamente sofisticados (ligeros y activos energéticamente), sensibles en su comportamiento a las variaciones del entorno, dando lugar a sistemas compuestos en los que los primeros tendrían un papel acumulador y reductor de los intercambios, y los segundos uno generador, captador de recursos energéticos. Este nuevo modelo tecnológico supone un desplazamiento desde los aspectos de organización material (producción en serie, simplificación de montaje, optimización de tiempos y coste, etc.) hacia la organización racional de las energías consumidas tanto en la producción como en el mantenimiento de lo construido, un desplazamiento que permite concebir hoy los "sistemas", ya no desde la coherencia y unidad de los materiales, sino desde su coherencia ambiental, abriendo así el campo a experimentaciones en las que la mezcla coherente de materiales heterogéneos pasa a ser un rasgo visual nuevo y característico. Una materialidad híbrida que implica una transformación profunda de los ideales estéticos, en sintonía con el mestizaje de nuestros paisajes humanos.


6. Una nueva naturalidad

¿Cómo se formó el uso coloquial del término "natural"? Seguramente no pudo utilizarse el vocablo "natural" o "naturalmente" (como hoy lo hacemos en tantas lenguas) hasta que la naturaleza fue domesticada, comprendida, sometida a organizaciones taxonómicas que explicaban como razonable lo que previamente había sido concebido como misterio inaprensible y amenazador. Hasta que pudo contemplarse como algo digno de representarse y una concepción pintoresca se superpuso a cierta ordenación cosmogónica, como efecto de múltiples viajes que otorgaron la necesaria distancia y capacidad de observación. Es una hipótesis verosímil que no merece la pena ratificar; basta con enunciarla para imaginar una nueva naturalidad que surgiera de la profunda ambigüedad con la que la naturaleza se nos presenta como objeto de conocimiento y de experiencia estética, ese conglomerado híbrido y mestizo, entrópico, humanizado, confundido con su antiguo enemigo el artificio, enroscado en el espacio político, trasunto de lo que algún día fue el espacio público, un magma turbulento, fluyente y azaroso. Paradójica conclusión: una nueva naturalidad sin referencias naturales. Quizás la clave para alumbrar esa naturalidad de la mirada a desplegar nos la den los viajes por hacer, las zonas oscuras del atlas del pintoresquismo, esos constantes continentes ajenos al juego de trayectos que lo arma. Una nueva naturalidad debiera partir de integrar esos espacios, darles voz y vida, exigiendo siempre arquitecturas capaces de tener sentido tanto en Lagos y Quito como en Nueva York o Düsseldorf, capaces de articular un sentido inmediato y universal de la belleza, algo dotado de simplicidad e intensidad, que nunca resultase insultante o prepotente (¿quién puede presumir de haberlo logrado hoy?). Pero, quizás, ese fructífero viaje sólo pueda hacerse en la dirección contraria a la tradicional, desde aquellos agujeros negros hacia nosotros (reencarnados ahora en los nuevos indígenas de otra forma de naturaleza salvaje); es posible que esos viajes hayan comenzado a y aún no seamos capaces de entenderlos; objetos, y ya no sujetos, de una belleza turbulenta por venir.

7. Nota final

Si pensamos en lo que significa para la arquitectura un mundo hiperconectado, podremos entender hasta qué punto economía y ecología están asociados, no sólo etimológicamente (oikos, la administración prudente de los recursos domésticos), sino también estéticamente. Aquellos que hoy se ven a sí mismos como vanguardistas, nostálgicos en todo caso, han imaginado que las nuevas tecnologías abrían los métodos proyectuales a procedimientos pseudocientíficos y formas asociadas a una sofisticada libertad. El sentido de la globalización sólo parece darse en una dirección, la de George Bush: mera intensificación del dominio de los de siempre sobre otros. Pensada desde otras posiciones, sólo nos interesa la conectividad del mundo si puede imaginarse en los dos sentidos, como construcción de una mirada mutua, a cuyo través repensar el sentido de la tecnificación en las formas de imaginar la arquitectura. Sólo hemos comenzado a entender que una técnica híbrida, una estética mestiza y una naturalidad de nuevo cuño conducen hacia emociones de una simplicidad mucho más profunda de la que conocíamos hasta ahora (y que promocionaban los medios de comunicación). Conectados universalmente, los cánones tradicionales se nos escurren de las manos, enfrentados a escalas e interlocutores de infinita diversidad e interés. Cuando vemos una idea feliz, felizmente resuelta con casi nada, como si la arquitectura no hubiese estado ahí interfiriendo, como si una nueva mirada sobre el mundo comenzara a desplegarse, no hay patrias, ni culturas, ni primer o tercer mundo: hay pura transmisión de una belleza contemporánea que deja todas las demás muy lejos en el tiempo. Queremos esa arquitectura que traspasa el tiempo y el espacio, que nos sobrecoge por simple, universal, feliz, barata e intensa. Ése es el jardín que vemos desplegarse y ésa es la emoción que queremos capturar.

[texto. en Revista 2G n°22, Ábalos & Herreros por Iñaki Ábalos y Juan Herreros] [descarga pdf]
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Revenge / Lernert & Sander



Serie de cortometrajes parte de un documental sobre el tema de la venganza, realizado para el canal VPRO, de la televisión holandesa. Los autores de este corto son Lernert Engelberts, escritor y director audivisual y Sander Plug, diseñador industrial y artsita, ambos holandeses.

[sitio. lernert & sander] [vimeo. lernert & sander]
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Sun & Shadow / Marcel Breuer


La rebelión contra el eclecticismo arquitectónico en bancarrota ha sido un éxito, creo yo; pero, en una rebelión, el objetivo final no es el tiroteo. En efecto, las batallas no tienen interés en sí mismas, no son como "el arte por el arte". Una cosa es desacreditar lo que ha quedado trasnochado, y otra reemplazarlo por mejores soluciones que resistan un desgaste natural a largo plazo.
Junto a la acción dirigida con decisión, junto a la excesiva simplificación del grito de guerra, están las necesidades humanas. Se levantan y se admiran las paredes de vidrio, pero la cuestión que se plantea es: ¿cómo se ajustan a nuestra vida como individuos, a la vida con nuestros hijos, a nuestra necesidad de intimidad y de seguridad, a nuestra cartera, a nuestro deseo a largo plazo de una estética agradable?

El verdadero impacto de cualquier obra reside en su capacidad de unificar ideas contrapuestas, es decir, un punto de vista y su contrario. Y digo "unificar" y no "llegar a un compromiso". Esto es lo que los españoles dan a entender con una expresión procedente de las corridas de toros: "sol y sombra”.* La mitad de los asientos de los cosos taurinos están al sol, y la otra mitad a la sombra. Han hecho de "sol y sombra" casi un proverbio, pero nunca dicen 'sol o sombra'. Para ellos, toda la vida -con sus contrastes, sus tensiones, su agitación y su belleza- está contenida en ese proverbio: "sol y sombra”.*
El método fácil para resolver problemas contrapuestos es alcanzar un compromiso endeble. La solución para el blanco y el negro es el gris: éste es el camino fácil. Pero para mí no resulta satisfactorio. Sol y sombra no significa cielo nublado. Aún sigue existiendo la necesidad del blanco y la necesidad del negro. El sol español no se diluye en la sombra. Ambas cosas, en su claridad no diluida, son parte de la misma vida, parte del mismo ideal.
En nuestro trabajo, a mi entender, éste es uno de los principios básicos de la creatividad. Sin duda resulta fácil simplificar mucho: encaminarse en una dirección y lograr determinado efecto. Ya lo sabemos. Estamos expuestos por doquier a una propaganda especializada: técnicas de venta que destacan sólo un aspecto de un producto excluyendo todo lo demás. Así se venden los automóviles, incluso cierta arquitectura, pero no se dice toda la verdad.
Lo que nos interesa aquí no son los "éxitos" fugaces, sino los logros históricos. Lo que nos interesa son las mejoras de largo alcance, el progreso de largo alcance, y no esos triunfos pasajeros que se consiguen gracias a las fórmulas mágicas de unas acciones miopes.
Este problema no es un rasgo exclusivo de nuestra época; es algo permanente. El problema de la gran arquitectura siempre es éste. A veces puede cambiar de orientación, suponiendo, por ejemplo, que haya cierto número de polos conceptuales inherentes al mismo problema. Cuando escogemos algunos de ellos, esta selección nos indica la orientación característica de nuestra época. Pero esto es cuestión de énfasis. La enérgica oposición de fuerzas de las ideas -todas ellas expuestas claramente, sin compromiso alguno, y unificadas en una sola cosa- es lo que siempre ha constituido la base del verdadero arte. Así era en 1900, en 1500 o en los tiempos de la gran arquitectura griega. Los antiguos griegos construyeron sus templos con mármol liso en lo alto de la Acrópolis, con columnas cuyo diámetro variaba entre 1,5 y 1,8 metros. Algunas de las juntas cóncavas-convexas de estas columnas siguen siendo invisibles después de 2000 años. Incluso hoy en día sería difícil igualar esas medidas y ajustar las uniones con tal precisión. Y sin embargo, con todo su amor por la precisión en los edificios, los griegos llegaban hasta los templos caminando sobre granito en bruto.
Era granito sin pulir. No le dieron ninguna forma regular ni arquitectónica. Lo dejaban tal como estaba y luego colocaban esas obras de precisión cristalina que eran sus edificios en lo alto de la roca en bruto. Esa es la clase de tensión, el sol y sombra, que hace de la arquitectura griega algo grandioso. Y los griegos la aplicaban a todas sus obras: mientras que los edificios públicos mostraban su expresión hacia fuera y estaban diseñados para interactuar con otros situados en el exterior, las casas (los edificios privados) eran justo lo contrario. Desde la calle, las casas griegas eran tan sólo un muro ciego de piedra. La única variación o ruptura de ese muro de piedra era un marco que se colocaba en esa superficie rugosa: un simple marco rectangular que era la puerta por donde la gente entraba a la casa. La casa tenía un patio, en este patio había columnas y esculturas, y en él se desarrollaba la vida cotidiana. Todas las habitaciones se abrían al patio. Las casas particulares estaban completamente volcadas hacia el interior, igual que los edificios públicos estaban claramente orientados hacia el exterior. Esto es lo que hace de la arquitectura griega algo más que simple arquitectura, más que un estilo. Es una filosofía, con todos sus aspectos materiales, técnicos y físicos; es el arte de vivir, es la satisfacción del pensamiento. Podríamos explicar estas marcadas oposiciones analizando las diferentes funciones. Lo que nuestra explicación no incluirá es el resto de los factores que forman parte de esa filosofía: la elección de las funciones, las decisiones, la selección de los contrastes (ésta era la manera griega), así como los factores TIEMPO, EDAD y EVOLUCIÓN forman parte de ella. Los métodos de PRODUCCIÓN forman parte de ella, al igual que el vocabulario proporcionado por los MEDIOS de la época. Actualmente tenemos otros ideales, otros extremos, otras realidades peculiares de nuestro tiempo, y elegimos de acuerdo con nuestra propia manera de vivir.
Pongamos un ejemplo: ahora podemos lograr transparencias gracias al uso del vidrio. La idea de la transparencia en un edificio está a nuestro alcance; pero la pregunta es: ¿qué hacemos con ella? Por supuesto, lo más fácil es hacer que todo esté encerrado en vidrio. A mi parecer, esta solución no tiene en cuenta muchos otros aspectos de la forma, la creación y la vida. Es una idea brillante y resulta eficaz, pero, en mi opinión, no supone un progreso. No es una solución completa, no es la creación de una cosa. Todavía no es mucho más que una idea, un estilo que será reemplazado por otro estilo. Carece de universalidad, de "sol y sombra".
La transparencia es, sin duda, uno de nuestros objetivos. De las nuevas posibilidades tecnológicas, es una de las más fascinantes. Podemos hacerla realidad con los medios de que disponemos, con nuestros materiales, con nuestros sistemas de calefacción, con todo; pero la transparencia también necesita de la opacidad. Y no sólo por razones estéticas, sino también porque la transparencia total excluye aspectos como la intimidad, las superficies con reflejos, la transición del desorden al orden, el mobiliario o la creación de un fondo para nosotros y para nuestra vida cotidiana. La transparencia se hace más transparente cuando está junto a algo opaco, y la opacidad logra que sea eficaz. Sol y sombra. Lo mismo ocurre con muchos otros elementos de los edificios. En nuestras construcciones hay soportes y cargas; compresiones y tracciones. En las superficies que usamos hay colores y texturas. Hay formas y espacios. Hay edificios y paisajes.
La mayoría de los problemas que hemos de resolver presentan un dualismo inherente. Por ejemplo, en el proyecto de una casa hay dos ideas básicas: la conservación de la especie (lo que implica la importancia de los hijos) y la conservación de nuestra existencia (lo que implica la importancia de la propia vida). Queremos vivir con nuestros hijos, pero también queremos no estar atados a ellos, y ellos no quieren estar atados a nosotros. Así pues, en el proyecto de una morada para la familia hay dos necesidades obvias y completamente opuestas: una es que los padres quieren vivir con los hijos, divertirse con ellos y ayudarles a crecer; y la otra es que tanto los padres como los hijos han de tener su propia vida. No basta con encontrar una solución que pueda funcionar en unas u otras condiciones. Los edificios duran muchos años, varias generaciones. Los cambios son inherentes a ellos, al igual que su estructura resistente y duradera.
Ni la simplificación excesiva y unilateral ni el compromiso poco afinado ofrecen una solución. La búsqueda de una respuesta clara y firme que satisfaga necesidades y propósitos opuestos es lo que saca a la arquitectura del reino de la abstracción y le da vida, y arte.

*En castellano en el idioma original.

[texto. en Revista 2G Marcel Breuer, American Houses por Marcel Breuer]
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Buscando una maestría / Miguel Eyquem


Cuando uno se ve enfrentado a un encargo, lo primero que se pregunta es acerca de cómo hacerlo. En ese momento nos vemos ante él, pero a la vez hacia un desconocido. Aquí hay dos cosas:

Lo Fortuito / La primera es que al decir ante él, se trae a presencia lo fortuito. De alguna forma misteriosa los acontecimientos se van encadenando hasta encontrarnos con esas tareas afortunadas, como un don o un regalo. A propósito de esto mismo, me encuentro todos los días con una tarjeta sobre mi tablero de trabajo. En ella el dibujo de Herakles y su arco, acompañado de un texto de Píndaro, Istmica VII. Es un regalo dibujado por Alex Moreno. El texto de esa tarjeta dice lo siguiente: “Inflamado está por las musas de trenzas de violeta, porque en paz persigo la cotidiana dicha rumbo a la vejez y al destino que a mi vida aguarda, pues morimos todos por igual, pero la fortuna es desigual. Cuando uno lejos apunta, pequeño es para alcanzar la sede de los dioses, de broncíneo suelo”.

La Maestría / La segunda tiene que ver con ese desconocido, ese no saber cómo hacer. Esto es algo que está ligado al tiempo, algo que se nos revela como ese tiempo prolongado en el hacer, ese hacer sobre el cual se reincide insistentemente y que es el que nos lleva por el camino de una maestría. Como la que revela Rodin en un texto de Rainer Maria Rilke, con el que me encontré accidentalmente una vez:
“He aquí un artesano y su trabajo; pero parece trabajo para un inmortal, por lo amplio y desprovisto de límite y fin y por el afán siempre renovado de aprender qué lo impulsa. ¿Concíbese paciencia a la par de tamaña tarea? Estaba ella en el amor de este artífice, renovándose en él sin cesar, pues tal es acaso el secreto de este maestro, el haber sido un amante al que nada podía resistir. Tan sostenido y apasionado e incesante era su deseo que le sucumbían todas las cosas, las cosas naturales y todas las cosas misteriosas de todos los tiempos en las que lo humano ansiaba ser naturaleza. No se detuvo en los que son fáciles de admirar. Se empeñó en aprender el admirar cabalmente, íntegramente. Se echó sobre sí las cosas pesadas y herméticas y las llevó a cuestas, y su peso lo hundió más y más en su trabajo de artesano. Bajo su presión comprendería que en las cosas de arte, lo mismo que con un arma o una balanza, lo que importa no es la apariencia, ni el efecto de la apariencia, sino el estar bien hecho.
Todo era cuestión de hacer bien las cosas, trabajar con una escrupulosidad absoluta.
Reproducir una cosa significa haber pasado por cada punto, no haber suprimido ni omitido nada, no haber engañado en nada, conocer todos los cien perfiles, todas las perspectivas y toda intersección. Sólo entonces existía una cosa, sólo entonces era ella una isla, separada por todos lados del continente de lo incierto”. Maestro, ese que consigue un dominio sobre lo que oficia, y una demostración de ésta nos resulta en ocasiones como un acto mágico, producto de una revelación divina, como la levedad con que un atleta corre velozmente con su garrocha, como si ésta casi no existiera y al despegar del suelo tras un vigoroso rechazo, se eleva proyectándose hacia la varilla como si su cuerpo no pesara nada. Si nos detenemos un momento bajo la varilla, el atleta la ha sobrepasado y ella sigue ahí, intacta, y entonces caemos en la cuenta de la altura. Son más de seis metros. Aparece ante nosotros la dificultad y en la memoria el recuerdo de un acontecimiento sobrenatural.
Este evento que se nos presenta, realizado casi sin esfuerzo, oculta tras de sí un largo padecimiento tras un riguroso entrenamiento, años de lento y paciente desarrollo.
A partir de lo que el mundo es como realidad hoy en día, pensar desde el diseño, desde dos condiciones que juegan en su favor:

La Dimensión / Los diseños aparecen como una posibilidad, porque en una medida de lo mínimo pueden realizarse en plenitud, como obra completa. En el montaje de una exposición cuya ley es la levedad, utilizando escasos recursos, permite encontrarse con una experiencia tangible. La limitante juega en este caso a favor de la posibilidad, en la voluntad de construir aprovechándose de las virtudes de esos recursos con que se disponía y no otros.
En relación a esta medida de lo mínimo como aquella que abre posibilidad, es que se presenta la dimensión del auto-encargo. Pocos elementos participan, pudiendo quedar fuera aquellos que involucran decisiones externas que cambian el destino de una idea a ejecutar. La cercanía de encontrarse con una idea propia cobrando realidad se hace realidad en esta ley de lo mínimo.

Lo Diverso / ¿Hacia dónde dirigir la flecha de Herakles?
En los diseños, los campos de acción son tan amplios y diversos como un mar que se escurre por los oficios del mundo.
La actualidad nos cobra una actitud decidida. Hay muchas direcciones hacia donde apuntar, y varias flechas pueden viajar en simultáneo. De ellas puede surgir una conexión entre lo diverso. Pongo como ejemplo mis actuales ocupaciones: un montaje expositivo en la levedad, construyendo muebles en la consistencia, estudiado para un curso de estructuras animales en la ciencia. Desde el diseño, cada una de estas actividades posee una materia con la que trabaja, y en mí, la voluntad de construir entre ellas una relación que las conecte, como vasos comunicantes que me ayudan a entender de manera más completa y bajo diversos ángulos, los problemas que proponen: como el del tiempo; el tiempo de lo leve del montaje que se juega en lo inmediato, frente al tiempo de la madera bruta para convertirse en mueble, frente al tiempo del estudio para llegar a algo.
Ese simultáneo de lo diverso, fortuito o dirigido, lleva consigo un camino que uno construye buscando el reincidir sobre nuestra materia de trabajo, ese lugar donde se reúne lo diverso, ese que se nos hace habitual y que nos lleva por el camino de la maestría.

[texto. miguel eyquem]
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Goldenberg House / Louis I. Kahn



Montgomery County near Philadelphia, Pennsylvania,
USA, 1959
Project

The confrontation between a chosen pre-existent form and functional requirements is expressed in a new manner. "Breaking out of" form as archaic form is the declared theme. Here, the discovery of the diagonal as a formal limit in the floor plan arrangement is essential. Along its diagonals an orthogonal structure receives incisions in its outer contour, developing around the centre, a square interior court with a corridor. The servant rooms with skylights are arranged concentrically around the centre, while living rooms and bedrooms are located on the periphery. Single-pitch roofs widen the outer rooms upward as well, so that Kahn plays with the opposites of expansion and fixation across the diagonals. This pair of forces, visible here for the first time, creates dynamic movement in the otherwise stiff building figures of this phase. From the interior, the diagonals are apparent only at the roof chamfers and the corner incisions, while the orthogonal wall order dominates the spatial feeling. The keyhole window of the Greensburg press building is now developed into a dominant facade figure in order to articulate the exterior wall surfaces as flat, room-high figures in a kind of positive/ negative game (wall/opening).

[texto. Klaus-Peter Gast en Louis I. Kahn, Edit. Birkhauser]
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La Obra de Arte como crítica de Arquitectura / Alejandro Crispiani

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En 1975 el artista norteamericano Dan Graham realizó una obra en la John Gibson Gallery de Nueva York titulada Yesterday/today. En términos generales podría describírsela como una instalación, un género en rigor poco desarrollado por Graham cuya producción se caracteriza por la búsqueda de objetos polivalentes, que sin negar los géneros artísticos, parecen calzar naturalmente en varios de ellos a la vez. La obra, particularmente sedante y concentrada, consistía en lo siguiente: en el espacio de la galería, sobre un pedestal blanco y prismático, se hallaba un aparato de televisión; a un costado de él, en el suelo, había un parlante.

El aparato mostraba imágenes tomadas en ese mismo momento, por medio de una cámara de video, de lo que ocurría en una habitación contigua a la sala de exposiciones, que se utilizaba para la administración de la galería y también como salón de reuniones. Por momentos, podía verse en la pantalla a un grupo de asistentes a la galería discutiendo sobre la obra de Graham o sobre arte en general, ya que la habitación donde estaba instalada la cámara era accesible al público. También podía mostrar la actividad diaria de administración de la galería. Desde el parlante podían escucharse las conversaciones y los sonidos que se habían producido en esa misma habitación, pero el día anterior. Las imágenes de la pantalla mostraban lo que estaba ocurriendo en ese momento en la sala de reuniones, pero el registro sonoro que acompañaba a esas imágenes databa de 24 horas antes. Las imágenes eran actuales, pero el sonido atrasaba 24 horas. Alguien que hubiera visitado la obra y participado de las conversaciones, que evidentemente eran una parte central de la misma, ya que representaban su dato visual más llamativo y eran constitutivas por lo tanto de su forma, podría volver al día siguiente y oír lo dicho el día anterior. En ese momento la obra quedaba completa. El público estaba invitado a participar con su propia imagen y su propia voz en la forma visual y sonora de la obra, pudiendo de todas maneras mantenerse en la clásica posición del espectador que sólo observa, si decidiera no pasar a la habitación adyacente a la galería donde se tomaban las imágenes.

En la obra de Graham, la pantalla de televisión ha reemplazado al cuadro, con el que mantiene igualmente ciertos vínculos. En primer lugar, se encuentra en una galería de arte y es también una suerte de ventana hacia un universo de imágenes. Pero a diferencia de lo que ocurre en general con los cuadros, el espectador tiene la posibilidad de aparecer en la pantalla y ser parte del mundo de imágenes que construye la obra. En la pintura esto sucede excepcionalmente. Podría ocurrir que alguien se contemplara a sí mismo en un cuadro colgado en una galería de arte. Esto no puede pasar en la obra de Graham: el espectador consigue aparecer en pantalla y ser parte del conjunto de imágenes que constituyen la obra, pero por tratarse de imágenes en tiempo real y al estar localizada la cámara que las genera en otra habitación, él nunca puede ver su propia imagen. No logra verse a sí mismo en la pantalla. En tal sentido, si bien se lo invita a participar en el universo de imágenes involucradas en la obra, se mantiene la distinción entre espectador y participante. Una táctica similar se aplica a los sonidos que acompañan a las imágenes visuales. También aquí el participante está sujeto a una cierta escisión. Su conversación, los sonidos que produce cuando está en la sala de reuniones, no acompañan a su imagen en la pantalla de la galería, sino que son grabadas y reproducidas un día después. No puede hablar y escucharse por el parlante que acompaña a la pantalla en la sala de la galería. Su voz aparecerá acompañando las imágenes de otras personas. Lo que veo es ahora, lo que oigo es de ayer. Como es característico de la producción de Graham, Yesterday/today se presenta sin estridencias y sin apelar a ningún tipo de espectacularidad en última instancia intimidante, construye su distancia estética a partir del desplazamiento de cuatro pares de nociones bien reconocibles: lo visto y lo oído, lo real y lo representado (o la reproducción de lo real), el presente y el pasado, y el espacio y el tiempo.(1)

Desde esa base, las lecturas de Yesterday/today pueden seguir múltiples caminos, algunos de ellos ensayados por el propio Dan Graham. Pero más allá de estas lecturas, lo que es innegable es que la obra recoge con particular sobriedad y laconismo, pero no sin cierta intensidad, la renovación casi completa que sufrió el concepto de obra de arte durante los años sesenta, tema debatido en múltiples frentes teóricos y del cual el arte conceptual fue una de sus expresiones más netas, aunque no la más radical. Solitario en medio de la galería, aunque no sin nobleza y mucho menos abandonado ya que se encuentra sobre un pedestal, el aparato de televisión de Yesterday/today –que es el núcleo material de la obra– apunta a los inicios del arte conceptual y a la obra de Marcel Duchamp; también en este caso, particularmente activada a partir de su posible consideración como una forma de video-arte. La concentración del sentido y de los recursos formales, la intención de que el espectador se vea interpelado como un individuo concreto y que puede demostrar frente a la obra de arte su propia individualidad y en última instancia su resistencia frente al status-quo (finalmente, esa actividad básica de la vida contemporánea que es mirar televisión se halla trastocada críticamente, aunque no de una manera agresiva, sino más bien de un modo insidioso) conectan a esta obra ciertamente con el minimalismo y desde él, indirectamente, con la abstracción geométrica. En un movimiento que ya ha sido descrito por Hal Foster (2001) (2), Yesterday/today da cuenta de las subterráneas pero intensas relaciones entre arte conceptual y abstracción geométrica, relaciones que no son formales sino que afectan al sentido y a la ubicación que se le quiere dar al arte. La obra posterior de Graham, particularmente sus pabellones de los años ochenta y noventa (Fig. 02), verifican justamente sus vínculos con la abstracción. En Yesterday/today Graham instala estas relaciones entre minimalismo, arte conceptual y abstracción en los nuevos territorios conquistados para el arte por el video-arte y las instalaciones, entre otras corrientes de los años sesenta y setenta. En rigor, Dan Graham ve a esta obra suya como muchas cosas a la vez, conteniendo varios géneros: una instalación, una muestra de video-arte, una audición de música concreta y aleatoria, una escultura en la línea de los ready-mades, etc. Todo depende del grado y de los modos en que el espectador se involucre con la misma. Pero también considera a ésta y a otras de sus obras como un ejercicio de crítica de la arquitectura.

Sus obras pueden ser vistas como crítica de arte o de arquitectura hecha con otros medios, distintos a los del lenguaje escrito. Comparte una posición con respecto a la arquitectura comparable a la de otros escultores, como Gordon Matta Clark o más recientemente Rachel Whiteread, en el sentido de mostrar lo que no se ve, de abrir la cotidianeidad de la obra de arquitectura a un trabajo de exploración formal que la reconstituye de otra manera impensada pero a la vez familiar con la obra en sí, como ocurre en Alteración de una casa suburbana del propio Graham de 1978 o en House de Rachel Whiteread de 1993. ¿Pero qué tipo de crítica de arquitectura es la ensayada por Graham con sus obras? ¿Cuál es el alcance y la productividad, por ejemplo, de Yesterday/today? En principio se trata de una crítica que no dice nada con respecto a problemas formales, que no ofrece ni soluciones ni inspiración para este tipo de consideraciones.

En tal sentido, Yesterday/today difiere de obras posteriores de Graham, como sus pabellones, que podrían prestarse a las mismas, aunque claramente no es su espíritu. Yesterday/today es, desde su misma forma, crítica no-operativa en estado puro. Pero tampoco se presta para la crítica ideológica.
En rigor es crítica en el sentido que separa y aísla fenómenos que hacen a la percepción y al sentido del espacio habitable. Recombina distintas cosas. Prepara una habitación para mostrarnos otra. Nos muestra un espacio representado en el que nos propone entrar y que, si bien es completamente real y concreto, en cierta forma aparece convertido en ficción al haber sido conocido por primera vez a través de una pantalla de televisión. Lo visto y lo oído se desarticulan frente a la obra (la pantalla), para rearticularse al entrar en la habitación real. En ella puedo imaginarme a mí mismo saliendo en la pantalla de televisión y siendo observado por el público de arte, lo que acentúa el desdoblamiento. Lo que no le está permitido a quien participa de la obra es verse en la pantalla. Esta imagen reparadora, se le escatima: para oírse, deberá esperar 24 horas. En síntesis, rompe la coordinación habitual de las múltiples imágenes con que solemos armar el rompecabezas del espacio en que habitamos. Propone, por lo tanto, una manera un tanto irreal de habitar el espacio arquitectónico, signada por el accionar de la cámara y el aparato reproductor de las imágenes que ésta capta. Esta presencia es dominante. No incide en la forma del espacio o de la caja arquitectónica en que ambos artefactos se hallan contenidos, sino en el sentido que este espacio adquiere. Su captura y reproducción en otro lugar, la conciencia de la cámara en los habitantes de ese espacio, son condiciones y posibilidades con los que la obra de Graham juega, sin abusar tampoco demasiado de ellas, pero poniéndolas sobre la mesa.

La obra de arte como crítica de arquitectura no solamente llama a la consideración de este fenómeno que en estos momentos ya parece universal y del que casi no se escapa ningún espacio público, hoy por hoy poblados de cámaras de captura de imágenes y de pantallas en todo tipo de formato y tamaño, sino que nos somete a una experiencia inédita en relación con ellos. Una experiencia que, pensemos lo que pensemos de ella, quiere ser estética y quiere también mostrar la posibilidad de que este fenómeno sea manipulable en otros términos que los actuales. La cámara y el monitor producen una mediación con el espacio que habitamos de una intensidad desconocida hasta el momento actual. Casi no hay espacio público que no esté siendo monitoreado de manera sistemática, por mencionar sólo uno de los regímenes de sentido a los que la dupla cámara-monitor puede someter al espacio arquitectónico. A las características del espacio moderno ya conocidas, como ser la de una aclimatación perfecta, habría que sumarle esta otra, la de estar en constante reproducción y duplicación.

Como bien ha señalado Beatriz Colomina (2006), quien también se ha ocupado de la obra de Dan Graham, este espacio suele ser doblemente público a la vez que tiende a penetrar cada vez más en lo privado, que paradójicamente quiere hacerse, también, cada vez más privado. La obra de Graham despierta estos temas e insinúa una forma estética de pensarlos; es un movimiento de exploración de una cierta condición del espacio moderno, movimiento del que nosotros no podemos ya participar físicamente, pero que podemos reconstruir con nuestra imaginación. Esto es parte de las intenciones de la obra y de su proceder con respecto a sus posibilidades de recepción. Es una experiencia que genera una forma artística en múltiples registros, entre los que no está ausente la arquitectura, aunque sólo tome de ella –para jugar con él de variadas maneras– el hecho básico de que cuando estoy en una habitación no estoy en otra.

Notas
1. Para un estudio más completo sobre esta obra ver Graham, 1977.
2. Puede verse particularmente el capítulo "El quid del minimalismo" (Foster, 2001).

Referentes
AA.VV. Dan Graham. Architecture. Camden Arts Center, Londres, 1997.
Colomina, Beatriz. "Doble exposición: Alteración de una casa suburbana". En Doble exposición. Akal, Madrid, 2006.
Foster, Hal. "El quid del minimalismo". En El retorno de lo real. La vanguardia a finales de siglo. Akal, Madrid, 2001.

[texto. en Revista ARQ nº 70, Arte y Arquitectura por Alejandro Crispiani]
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