Rastro Inmortal / Francisca Maturana


A solo segundos de salir al escenario, él piensa en la difícil vida que ha tenido y como después de mucho esfuerzo por fin cumplirá su sueño, consagrarse como músico. No es fácil estar tranquilo; allá afuera lo esperan grandes conocedores de su arte, hombres a quienes ha estudiado arduamente y hoy, sus ojos serán para él, todo un sueño.

Recuerda una tarde hace ya muchísimos años, cuando su maestro en aquella época, todo un sensei en la vida, le dijo que vender no era lo importante. Le explico que la música no se vende sino más bien se siente. Le enseñó a buscar ese sentimiento en la interpretación y por último le dijo que jamás se dejara engañar por los falsos músicos, por aquellos quienes le prometerían la fama, porque ésta no llega de un día para otro ni tampoco sin trabajar por ella y cuando llega no es en forma de fama si no más bien de inmortalidad. Tú tienes que ser inmortal le dijo. Las palabras de su maestro, fueron su guía; en esa época no le fue fácil comprenderlas pero aprendió a llevarlas consigo porque entendía que su maestro era también un sabio hombre.

Inmortalidad no es una palabra fácil, llegar a comprenderla en su totalidad es más difícil aún. Muchos han querido ser inmortales pensó, pero esto por el solo hecho de vivir para siempre, pero ¿realmente saben lo que es vivir para siempre? Su maestro no se refería a esa inmortalidad sino más bien a dejar huella a ser recordado por siempre, a consagrase como músico. Esta inmortalidad podría llegar a su vida tal vez en solo una noche, esa noche.

Se levanta el telón, es su turno. Miles de ojos lo están observando, la música comienza y recuerda a su maestro, quien ya no se encuentra con él. Por fin entiende sus palabras y decide que esa noche por él, por su padre, se convertirá en inmortal.

[texto. Francisca Maturana] [site. francisca maturana]