1.1. ¿Es la ciudad contemporánea como un aeropuerto contemporáneo-"todo lo mismo"? ¿Es posible teorizar sobre esta convergencia?.Y si es posible, ¿a qué configuración última aspira? La convergencia sólo es posible al precio de despojarse de la identidad. Algo que normalmente se considera una pérdida.
Pero a la escala a la que ocurre, debe significar algo.¿Cuales son las desventajas de la identidad, e inversamente, cuales son las ventajas de su ausencia? ¿Qué ocurriría si esta aparentemente accidental -y usualmente bienvenida- homogeneización fuera un proceso intencionado, un movimiento consciente desde la diferencia hacia la similitud? ¿Qué ocurriría si fuéramos testigos de un movimiento global de liberación: "¡abajo con lo característico!"? ¿Qué quedará cuando se sustraiga la identidad? ¿Lo genérico?
exponencial crecimiento humano implica que el pasado, en algún momento, se quedará demasiado pequeño para ser habitado y compartido por los que lo viven. Nosotros mismos lo estamos extenuando. Por extensión la historia encuentra su depósito en la arquitectura, las actuales cifras de población inevitablemente explosionarán y agotarán la sustancia previa. La identidad concebida como esta forma de compartir el pasado es un concepto perdido: no solo hay -en un modelo de continua expansión demográfica- proporcionalmente cada vez menos que compartir, sino que la historia también tiene su lado odioso- y cuanto más abusivo, más insignificante- hasta el punto en que su disminuido reparto se convierte en algo insultante. Este pensamiento se ve exacerbado por el constante incremento de masas de turistas, una avalancha que, en una perpetua búsqueda de "carácter", machaca identidades fantásticas hasta convertirlas en basura sin sentido.
1.3. La identidad es como una ratonera en la que cada vez más y más ratones tienen que compartir el cebo original, que inspeccionado de cerca, puede llevar vacío siglos. La identidad mientras más fuerte, más acorralada, más se resiste a la expansión, la interpretación, la renovación o la contradicción. La identidad
se convierte en un faro fijo, predeterminado: puede cambiar su posición o el mensaje que emite sólo a costa de desestabilizar la navegación. (Paris sólo puede ser mas parisina -está de hecho en el camino de convertirse en un Hiper-Paris, una caricatura pulida. Hay excepciones: Londres -cuya única identidad es la carencia de una clara identidad- está convirtiéndose perpetuamente en menos Londres, más abierto, menos estático).
1.4. La identidad centraliza; insiste en una esencia. Su tragedia se produce en simples términos geométricos. Al mismo tiempo que la esfera de influencia se expande, el área caracterizada como centro se convierte en más y más grande, diluyendo desesperanzadoramente la fuerza y la autoridad de su corazón; inevitablemente la distancia entre el centro y la circunferencia aumenta hasta el punto de ruptura. Desde esta perspectiva el reciente, aunque tardío, descubrimiento de la periferia como una zona de valor potencial –una suerte de
condición pre-histórica que por fin se valora, despertando la atención arquitectónica- no es más que una insistencia disfrazada en la prioritaria dependencia del centro: sin centro, no hay periferia; el interés por aquel
compensa presumiblemente el vacío de ésta. Conceptualmente huérfana, la condición de la periferia empeora por el hecho de que su madre sigue viva, robándole protagonismo, enfatizando su repudiada descendencia. Las últimas señales emitidas por su exhausto centro impiden la lectura de la periferia como
una masa crítica. El centro por definición no sólo es demasiado pequeño para desarrollar las obligaciones que tiene asignadas, sino que tampoco seguirá siendo el centro real, es un espejismo camino de su implosión; de hecho su ilusoria presencia niega su legitimidad al resto de la ciudad. (Manhattan denigra como "gente de puente y túnel" a aquellos que necesitan de un soporte infraestructural para acceder a la ciudad, y les hace pagar por ello.) La persistencia de la actual obsesión concéntrica nos convierte a todos en "gente
de puente y túnel", ciudadanos de segunda clase en nuestra civilización, desacreditados por la estúpida coincidencia de nuestro exilio colectivo del centro.
1.5. En nuestra programación concéntrica (el autor pasó parte de su juventud en Amsterdam, el colmo de la centralidad) la insistencia en el centro como corazón que alberga todo el valor y el sentido, fuente de todo significado, es doblemente destructiva -no sólo porque el volumen siempre creciente de dependencias provoca una tensión intolerable, sino también porque significa que el centro ha de ser constantemente "mantenido", es decir, modernizado.
Como "el lugar más importante" tiene que ser paradójicamente, al mismo tiempo lo más antiguo y lo más nuevo, lo mas fijo y lo más dinámico; se somete a la más intensa y constante adaptación, que luego se ve comprometida y complicada por el hecho de que debe ser una transformación silenciosa, invisible a simple vista. (La ciudad de Zurich ha encontrado la solución más radical y costosa al transformarse en cierta clase de arqueología inversa: bajo el centro se construyen nuevas capas de modernidad -centros comerciales,
aparcamientos, bancos, cámaras acorazadas, laboratorios. El centro ya no se expande hacia el exterior o hacia el cielo, sino hacia el propio centro de la tierra.) Desde la inserción de arterias de tráfico más o menos discretas, circunvalaciones, túneles subterráneos, la construcción de cada vez más tangencialidades, a la rutinaria transformación de viviendas en oficinas, almacenes en lofts, iglesias abandonadas en nightclubs, de las bancarrotas en serie y las subsiguientes reaperturas en recintos comerciales cada vez más caros, a la incesante conversión de espacio útil en espacio "público", peatonalización, la creación de nuevos parques, implantando, conectando, exponiendo, la sistemática restauración de mediocridad histórica, toda
autenticidad es cruelmente eliminada.
1.6. La Ciudad Genérica es la ciudad liberada del cautiverio del centro, de la camisa de fuerza de la identidad. La Ciudad Genérica rompe con este destructivo ciclo de dependencia: no es sino el reflejo de las necesidades y aptitudes del presente. Es la ciudad sin historia. Es suficientemente grande para todos. Es fácil. No necesita mantenimiento. Si se vuelve muy pequeña simplemente se expande. Si se vuelve vieja simplemente se autodestruye y renueva. Es igualmente excitante -o no- en cualquier sitio. Es "superficial" –
como un estudio de Hollywood, puede producir una nueva identidad cada lunes por la mañana-.
2. Estadísticas
2.1. La Ciudad Genérica ha crecido dramáticamente en las últimas décadas. No sólo ha crecido su tamaño, sino también su número. En los primeros setenta estaba habitada por una media oficial de 2,5 millones de residentes (y unos 500.000 no oficiales); ahora se aproxima a los 15 millones.
2.2. ¿Empezó la Ciudad Genérica en América? ¿Es tan profundamente desarraigada que solo puede ser importada? En cualquier caso, la Ciudad Genérica ahora también existe en Asia, Europa, Australia y Africa. El definitivo traslado desde el campo, de la agricultura a la ciudad, no es un traslado a la ciudad como la conocemos.
2.3. Algunos continentes, como Asia, aspiran a la Ciudad Genérica; otras se avergüenzan de ella. Debido a que tiende hacia los trópicos convergiendo en el Ecuador -una alta proporción de las Ciudades Genéricas es asiática- aparece una contradicción en sus propios términos: la inescrutable ocupación que nos es tan familiar. Algún día será absolutamente exótico de nuevo, este descartado producto de la civilización occidental, a través de la resemantización que su amplia diseminización lleva tras de sí...
2.4. Algunas veces, una ciudad antigua y singular, como Barcelona, acaba convirtiéndose en genérica por simplificar en exceso su identidad. Se convierte en transparente, como un logo. Lo contrario nunca ocurre... por lo menos hasta ahora.
3. General
3.1. La Ciudad Genérica es lo que queda detrás de grandes secciones de vida urbana cruzadas con el ciberespacio. Es un lugar de sensaciones distendidas y débiles, pequeñas y lejos de las emociones, discretas y misteriosas como un gran espacio iluminado por una lámpara de mesita de noche. Comparada con la ciudad clásica, la Ciudad Genérica esta sedada, usualmente apreciada desde una percepción sedentaria. En lugar de concentración –presencia simultanea- en la Ciudad Genérica los "momentos" individuales se distancian para crear un trance de experiencias estéticas casi desconocidas: las variaciones de color en la iluminación fluorescente de un edificio de oficinas justo antes del crepúsculo, la sutileza de los blancos ligeramente distintos de un anuncio iluminado de noche. Como la comida japonesa, las sensaciones pueden ser reconstruidas e intensificadas en la mente, o no -pueden ser simplemente ignoradas-. (Hay una elección). Esta persuasiva falta de premura e insistencia actúa como una potente droga; provoca alucinaciones.
3.2. En una drástica inversión de la supuestamente mayor característica de la ciudad -"el negocio"-, la sensación dominante de la ciudad genérica es una espeluznante calma: contra más calmada, más se aproxima a su estado puro.
La Ciudad Genérica alberga las maldades que estaban adscritas a la ciudad tradicional antes de que nuestro amor por ella fuera incondicional. La serenidad de la Ciudad Genérica se consigue con la eliminación del reino de lo público, como en un taladro de emergencia. El nivel urbano ahora solo acomoda movimientos necesarios, fundamentalmente en coche; las autovías son una versión superior de los bulevares y las plazas, invadiendo cada vez más espacio; su diseño, que aparentemente aboga por la eficiencia del automóvil,
es de hecho sorprendentemente sensual, un simulado utilitarismo que entra en el dominio del espacio llano. Lo nuevo de la maquina en el reino de lo público es que no puede ser dimensionada. Los mismos ( digamos diez millas) trechos de camino producen un vasto número de experiencias completamente diferentes: pueden durar cinco o cuarenta minutos; pueden ser compartidos con casi nadie o con toda la población; pueden producir el placer absoluto, velocidad sin adulterar-de manera que la sensación de la Ciudad Genérica
puede intensificarse o al menos densificarse- o momentos de obstrucción completamente claustrofóbico- momento en los que la delgadez de la Ciudad Genérica es más evidente-.
3.3. La Ciudad Genérica es fractálica, una repetición sin fin del mismo módulo estructural; es posible reconstruirlo desde sus entidades más pequeñas, un ordenador personal, puede que incluso un disquete.
3.4. Los campos de golf son todo lo que queda de lo otro.
3.5. La Ciudad Genérica tiene números de teléfono fáciles, no como los que obligaban a ejercicios de memoria en la ciudad tradicional, sino versiones más sofisticadas, en las que por ejemplo, los números centrales son siempre iguales.
3.6. Su principal atractivo es su falta de reglas.
4. Aeropuerto
4.1. Como manifestaciones de recentísima centralidad, los aeropuertos están ahora entre los elementos más singulares y característicos de la Ciudad Genérica, su más fuerte vehículo de diferenciación. Tienen que albergar todas las experiencias urbanas particulares de una persona media. Como en la demostración de un perfume intenso, fotomurales, vegetación, las costumbres locales, dan una primera ráfaga de la identidad local ( a veces también la última). Lejos, confortable, exótico, polar, regional, oriental, rústico, nuevo, incluso "sin descubrir": estos son los registros emocionales solicitados. Con esta carga conceptual, los aeropuertos se convierten en signos emblemáticos impresos en el inconsciente global colectivo, con salvajes manipulaciones de sus atractores no aéreos- tiendas sin impuestos, espectaculares calidades espaciales, la frecuencia y fiabilidad de sus conexiones con otros aeropuertos.
En términos de iconografía/interpretación, el aeropuerto es un concentrado de lo hiperlocal y lo hiperglobal, -hiperglobal en el sentido de que puedes obtener mercancías que no están disponibles ni en la ciudad, hiperlocal en el sentido de que puedes obtener objetos que no puedes obtener en ningún otro sitio-.
4.2. La tendencia en la percepción de los aeropuertos es hacia una autonomía cada vez mayor: a veces no están relacionados prácticamente con la Ciudad Genérica específica en la que se implantan. Aumentando de tamaño continuamente, dotados cada vez con más equipamientos no relacionados con viajar, están en vías de remplazar a la ciudad. Estar "en tránsito" se va convirtiendo en una condición universal. Todos juntos,-los aeropuertos están poblados por millones de habitantes- suman la mayor fuerza de trabajo diaria. Por lo acabado de sus equipamientos parecen como cuarteles de la Ciudad Genérica, con el interés añadido de ser sistemas herméticos sin escape posible,-excepto a otro aeropuerto-.
4.3. La fecha/edad de la Ciudad Genérica puede ser reconstruida mediante un vistazo a la geometría del aeropuerto. Planta hexagonal ( en ocasiones pentagonal u octogonal): los sesenta. Plantas y secciones ortogonales: los setenta. Ciudad collage: los ochenta. Una sección singular curva, extruída sin fin en una planta lineal: probablemente los noventa. (si la estructura está ramificada como un roble: Alemania).
4.4. Los aeropuertos vienen en dos tamaños: o demasiado grandes o demasiado pequeños. De hecho el tamaño no influye en su interpretación. Esto sugiere que el aspecto más fascinante de todas las infraestructuras es esencialmente su flexibilidad. Calculados con exactitud desde estrictos cómputos-pasajeros por año- se ven invadidos por una infinidad de personas, y sin embargo sobreviven ampliándose hasta su indeterminación.
5. Población
5.1. La Ciudad Genérica es solemnemente multirracial, en porcentajes 8% negra, 12% blanca, 27% hispana, 37% china/asiática, 6% indeterminada, 10% otras. No solo multirracial, sino también multicultural. Por eso no es una sorpresa ver templos entre las losas, dragones en los bulevares principales, Budas en el CBD (distrito financiero central).
5.2. La Ciudad Genérica siempre está fundada por gente que está de viaje, lista para circular. Esto explica lo insustancial de sus cimientos. Como las escamas que se forman de repente en un liquido transparente al mezclar dos sustancias químicas, que incluso se depositan en una indeterminada cantidad en el fondo, la colisión o confluencia de dos migraciones- emigrantes cubanos hacia el norte y jubilados judíos al sur, por ejemplo, ambos últimamente en viaje hacia otro lugar- establecen un acuerdo, como caído del cielo. La Ciudad Genérica ha nacido.
6. Urbanismo
6.1. La originalidad de la Ciudad Genérica reside sencillamente en su rechazo a lo que no funciona –lo que ha sobrevivido a su uso- haciendo pedazos el idealismo a golpes de realismo aceptando lo que crezca en su lugar. En ese sentido, la Ciudad Genérica alberga tanto lo primordial como lo futurista- de hecho solo estas dos cosas-. La Ciudad Genérica es todo lo que recuerda qué solía ser la ciudad. La Ciudad Genérica es la pos-ciudad que está siendo preparada en el lugar de la ex –ciudad.
6.2. La Ciudad Genérica está atrapada, no por una sobredemanda en el campo de lo público –progresivamente envilecido en un largo y sorprendente proceso sistemático en el que el Foro romano es al Agora griega, lo que el centro comercial a la Calle Mayor- sino por lo residual. En el modelo original de los
modernos, lo residual era simplemente verde, su controlada pulcritud era una afirmación moral cargada de buenas intenciones, en una asociación descorazonadora. En la Ciudad Genérica, debido a que la pátina de su Civilización es tan delgada, y a través de su inmanente tropicalidad, lo vegetal se transforma en un residuo edénico, en el principal portador de su identidad: un híbrido de política y paisaje. Al mismo tiempo es el refugio para lo ilegal, lo incontrolable, y sujeto a una manipulación sin fin. Representa un triunfo simultaneo de la manicura y de lo primitivo. Su inmoral exuberancia compensa otras carencias de la Ciudad Genérica. Totalmente inorgánico, lo orgánico es el mayor mito de la Ciudad Genérica.
6.3. La Calle ha muerto. Este descubrimiento ha coincidido con un frenético intento por resucitarla. El arte público está en todas partes –como si dos muertes produjeran una vida-. La Peatonalización- intentando protegerlasimplemente canaliza el flujo de esos condenados a destruir con sus pies el objeto de su intencionada veneración.
6.4. La Ciudad Genérica está en trance de pasar de horizontal a vertical. El rascacielos aparenta ser la tipología final y definitiva. Se ha tragado todo lo demás. Puede existir en cualquier sitio: en un arrozal o en el downtown -ya no tiene la menor importancia-. Las torres ya no se encuentran juntas, se separan
de manera que ya no interactúan. La densidad en soledad es el ideal.
6.5. El Alojamiento no es un problema. Ha sido completamente resuelto o totalmente dejado al azar; en el primer caso es legal, en el segundo "ilegal"; en el primer caso torres, o normalmente manzanas cerradas (la mayoría de 15 metros de profundidad), en el segundo caso (en perfecta complementareidad) una extensa capa de chabolas. Una de las soluciones consume el cielo, la otra el suelo. Es extraño que los que tienen menos dinero habiten el producto más caro y confortable –el suelo-; y aquellos que pagan habiten lo que es gratis -el aire-. En ambos casos, las viviendas demuestran amoldarse muy bien- no sólo lo hace la población que se duplica cada tantos años, con el debilitado apoyo de las diferentes religiones, sino también la reducción de la media de ocupantes por vivienda –a causa de divorcios y otro tipo de fenómenos que
dividen familias- con la misma frecuencia con la que la ciudad duplica su población; al mismo tiempo que los números aumentan, la densidad de la Ciudad Genérica está en perpetua disminución.
6.6. Todas las ciudades genéricas derivan de la Tábula Rasa; si no había nada, ahora están allí; si había algo, ahora lo han remplazado. Deben hacerlo, ya que de otra manera serían históricas.
6.7. El paisaje urbano de la ciudad genérica es normalmente una amalgama de secciones demasiado ordenadas –que datan del principio de su desarrollo, cuando el "poder" aún estaba sin diluir- y crecientes pactos en cualquier otro sitio.
6.8. La Ciudad Genérica es la apoteosis del concepto de opción múltiple: voces cruzadas en una antología de todas las opciones. Normalmente la Ciudad Genérica ha sido "planificada", no en el sentido usual de algun tipo de organización burocrática controlando su desarrollo, sino como si reiteradamente varios gérmenes, o legiones de semillas, cayeran al suelo arbitrariamente igual que en la naturaleza, arraigaran -explotando la fertilidad natural del terreno- y ahora formasen un conjunto: un gen arbitrario que a veces produce sorprendentes resultados.
6.9. El trazado de la ciudad puede que sea indescifrable, defectuoso, pero eso no significa que no haya códigos; se debe simplemente a que nosotros desarrollamos una nueva ignorancia, una nueva ceguera. Un análisis paciente revela los temas, las partículas, trenzas que se pueden aislar de la aparente tristeza de esta oda Wagneriana -sopa: notas dejadas en una pizarra por un genio que nos visitó hace cincuenta años, informes de la ONU esparcidos desintegrándose en su silo de cristal en Manhattan, descubrimientos de
antiguos pensadores coloniales con gran agudeza visual, impredecibles rebotes de las acciones de los adiestrados urbanistas, aunando esfuerzos en un proceso global de maquillaje.
6.10. La mejor definición de la estética de la Ciudad Genérica es el "estilo libre". ¿Cómo describirlo? Imagina un espacio abierto, un claro en el bosque, una ciudad allanada. Hay tres elementos: carreteras, edificios y naturaleza; coexisten mediante relaciones flexibles, aparentemente sin razón, en una espectacular diversidad organizativa. Alguno de los tres podría dominar: a veces la carretera se ha perdido -para ser encontrada después de incomprensibles rodeos-; otras no ves edificios, sólo naturaleza; entonces, igualmente impredecible, acabas rodeado sólo por edificios. En escalofriantes momentos, los tres elementos desaparecen. En esos "lugares" (de hecho, ¿qué es lo opuesto a un lugar? Agujeros taladrados a través del concepto de ciudad) el arte público emerge aseado como el Monstruo del Lago Ness, a partes iguales figurativo y abstracto.
6.11. Las ciudades específicas todavía debaten seriamente los errores de los arquitectos –por ejemplo, sus propuestas de crear redes peatonales elevadas con tentáculos que van de un bloque hasta el de al lado como una solución a la congestión- pero la Ciudad Genérica simplemente disfruta de los beneficios de sus invenciones: muelles, puentes, túneles, autopistas -una enorme proliferación de la parafernalia de la conexión- frecuentemente tapizadas con helechos y flores como para evitar el pecado original, creando una congestión vegetal más severa que una película de ciencia-ficción de los cincuenta.
6.12. Las carreteras son sólo para los coches. La gente (peatones) es conducida (como en un parque de atracciones), por "paseos" que los llevan hasta el suelo, luego son sometidos a un catálogo de condiciones extremas - viento, calor, rampas, frío, interior, exterior, olores, humo- en una secuencia que es una caricatura grotesca de la vida en la ciudad histórica.
6.13. Hay horizontalidad en la Ciudad Genérica, pero está en trance de desaparecer. Consiste tanto en historia Tudor que aún no se ha borrado, como en enclaves que se multiplican alrededor del centro, emblemas de preservación nuevamente acuñados.
6.14. Irónicamente, aunque ella misma sea nueva, la Ciudad Genérica se rodea de una constelación de Nuevas Ciudades: las Nuevas Ciudades son como anillos de crecimiento. De algún modo las Nuevas Ciudades envejecen muy rápidamente, de la misma manera que un niño de cinco años con envejecimiento prematuro, desarrolla artritis en las muñecas por culpa de una enfermedad llamada progeria.
6.15. La Ciudad Genérica representa la muerte definitiva del planeamiento. ¿Por qué? No porque no esté planificada -de hecho enormes universos complementarios de burócratas y desarrollistas encauzan inimaginables corrientes de energía y dinero en su terminación-; por el mismo dinero, sus páramos pueden ser fertilizados con diamantes, sus barrizales pavimentados con lingotes de oro... Pero su más peligroso y estimulante descubrimiento es que el planeamiento no marca la diferencia en cualquier caso. Los edificios
podrán estar bien situados ( una torre junto a una estación de metro) o mal( centros enteros a kilómetros de cualquier carretera). Florecerán o perecerán impredeciblemente. Las redes llegan a estar sobresaturadas,
envejecidas, podridas, obsoletas; las poblaciones se duplican, triplican, cuadruplican, de repente desaparecen. La superficie de la ciudad explota, la economía se acelera, se frena, estalla, colapsa. Como embriones titánicos amamantados por sus nodrizas, ciudades enteras surgen sobre infraestructuras coloniales de las que los opresores perdieron los mapas de ruta. Nadie sabe dónde, cómo, desde cuándo se usan los vertederos, la localización exacta de las líneas de teléfono, cuál fue la razón de la posición del centro, dónde
terminan los ejes monumentales. Es la prueba de que hay infinitos márgenes ocultos, colosales reservas de negligencia, un perpetuo proceso orgánico de ajuste, un modelo de comportamiento; las expectativas cambian con la inteligencia biológica del instinto animal alerta. En esta apoteosis de la opción múltiple no será posible nunca más volver a reconstruir causa y efecto. Funciona -eso es todo-.
6.16. La aspiración de la Ciudad Genérica hacia la tropicalidad implica automáticamente el rechazo a cualquier referencia anacrónica de la ciudad como fortaleza, como ciudadela.
7. Política
7.1.La Ciudad Genérica tiene una( a veces distante) relación con un régimen más o menos autoritario -local o nacional-. Normalmente los compinches del líder -quienquiera que fuese- decidían desarrollar una pieza del centro o de la periferia, o incluso fundar una nueva ciudad en medio de la nada, y provocar así el estallido que ponía la ciudad en el mapa.
7.2. A menudo el régimen ha desarrollado un grado sorprendente de invisibilidad, como si, a través de esa gran permisividad, la Ciudad Genérica resistiera lo dictatorial.
8. Sociología
8.1. Resulta sorprendente que el triunfo de la Ciudad Genérica no haya coincidido con el de la sociología -una disciplina cuyo campo se ha extendido por la Ciudad Genérica desde su imaginario más salvaje. La Ciudad Genérica es sociología, aconteciendo. Cada Ciudad Genérica es un recipiente hermético de laboratorio para cultivos biológicos, o una pizarra de paciencia infinita en la que casi ninguna hipótesis puede ser "probada" y luego borrada, sin retornar a las mentes de sus autores o de la audiencia.
8.2 Claramente hay una proliferación de comunidades -un zapping sociológicoque resiste una interpretación descalificadora. La Ciudad Genérica es también tenazmente resistente a la especulación: prueba que la sociología científica puede ser el peor sistema para capturar sociología en acción. Desacredita juicios preestablecidos. Aporta enormes evidencias por y –hasta en cantidades impresionantes- contra cada hipótesis. En la torre A los pisos conducen al suicidio, en la B a la felicidad de por vida. En la C son vistos como un primer peldaño hacia la emancipación( presumiblemente bajo alguna clase de compulsión invisible, no obstante), en D simplemente como un tránsito. Construido en inimaginables números en K, están siendo explotados en L. La creatividad es inexplicablemente alta en E, inexistente en F. G parece un mosaico étnico, H constantemente a merced del separatismo, si no al borde de una guerra civil. El modelo Y no perdurará por su intromisión en la estructura familiar, pero Z florecerá,una palabra no académica podrá aplicarse siempre a cualquier actividad en la Ciudad Genérica; esa es una de las hipótesis que se han eliminado por adelantado.
9.1. Siempre hay un departamento hipócrita, donde se preserva un mínimo del pasado. Normalmente hay un viejo tren/tranvía o un autobús de dos pisos recorriéndolo, haciendo sonar proféticas campanas -versiones domesticadas del Holandés Errante. Sus cabinas telefónicas son también rojas y transplantadas de Londres, o equipadas con pequeños tejados chinos.
Hipocresía-también llamada Idea nostálgica, Rompeolas, Demasiado Tarde, Calle 42, simplemente el Pueblo, o incluso el metro- en una elaborada y ficticia operación: celebran el pasado como sólo lo puede hacer lo recientemente concebido. Es una máquina.
9.2. La Ciudad Genérica tuvo alguna vez un pasado. Al encuentro de su destino, de una u otra manera se desgajaron grandes trozos, al principio sin lamentos -el pasado era sorprendentemente aséptico, incluso peligrosoentonces, sin previo aviso, el alivio se convirtió en arrepentimiento. Ciertos profetas -pelo blanco y largo, calcetines grises, sandalias- han advertido siempre que el pasado era necesario -un recurso-. Lentamente, la máquina de la destrucción devasta hasta decretar una tregua: algunas cabañas en el pulcro
plano Euclidiano son salvadas, restauradas hasta tener un esplendor que nunca habían tenido.
9.3. A pesar de su ausencia, la historia es la mayor preocupación de la Ciudad Genérica, incluso su industria. En los suelos liberados, alrededor de las cabañas restauradas, todavía se construyen hoteles para recibir a turistas adicionales en proporción directa al borrado del pasado. Su desaparición no tiene influencia en los números, o quizás es sólo precipitación de última hora. El turismo es ahora independiente del destino...
9.4. En vez de memorias específicas, las asociaciones que moviliza la Ciudad Genérica son memorias generales, memorias de memorias: si no todas las memorias al mismo tiempo, al menos una memoria abstracta, tocada, un interminable déjà vu, memoria genérica.
9.5. A pesar de su modesta presencia física ( la construcción hipócrita nunca tiene más de tres plantas: ¿un homenaje a/contra Jane Jacobs?) condensa el pasado entero en un único conjunto. La historia vuelve no como una farsa, sino como un servicio: buhoneros enchaquetados (sombreros graciosos, pechos
descubiertos, velos) que voluntariamente establecen las condiciones ( esclavitud, tiranía, enfermedad, pobreza, colonia)- por las que una vez su nación hizo la guerra para abolirla. Como un virus contumaz, en todo el mundo lo colonial parece la única fuente inagotable de lo auténtico.
9.6. La calle 42: ostensiblemente son los lugares donde el pasado está protegido, son actualmente los lugares donde el pasado ha sufrido más cambios, está más lejos -como visto desde el extremo equivocado de un telescopio- incluso completamente eliminado.
9.7. Sólo el recuerdo de los excesos anteriores es lo suficientemente fuerte como para acusar el golpe bajo. A medida que intentan calentarse con el calor de un volcán extinguido, los lugares más populares (con turistas, y en la Ciudad Genérica incluye a todo el mundo) fueron una vez los asociados más directos
del sexo y el hampa. Los ingenuos invaden las antiguas guaridas de chulos, prostitutas, buscavidas, travestidos, y en menor grado, de artistas. Paradójicamente, al mismo tiempo la autopista de la información permite domiciliar pornografía de camioneros en las salas de estar, como si la experiencia de andar sobre esas brasas de trasgresión y pecado les hiciera sentir especiales, vivos. En una edad en la que no se genera aura, estelas de cohetes. ¿la mayor cercanía al delito será la de caminar sobre esas ascuas? ¿El existencialismo diluido en la intensidad de un agua Perrier?
9.8. Cada Ciudad Genérica tiene un Rompeolas, no necesariamente de agua -puede ser de desierto, por ejemplo- pero al menos un borde donde se encuentra con otra condición, como si una posición de escape cercano fuera la mejor garantía para su disfrute. Aquí los turistas se congregan en manadas alrededor de un grupo de tenderetes. Hordas de buhoneros tratan de venderles aspectos "exclusivos" de la ciudad. Las únicas partes de todas las Ciudades Genéricas juntas han creado un souvenir universal, un híbrido científico entre la Torre Eiffel, Sacre Coeur, y la Estatua de la Libertad: un edificio alto (de entre 200 y 300 metros) ahogado en una pequeña bola de agua con nieve o, si está cerca del Ecuador, copos de oro; diarios con irónicas pastas de cuero; sandalias hippies- incluso si los hippies reales han sido repatriados con celeridad. Los turistas acarician esto -nadie ha presenciado nunca una rebajay entonces se sientan en exóticos comederos próximos al rompeolas: allí degustan toda las gamas de comidas: picante; en principio y a fin de cuentas, quizás sea más fehaciente la indicación de que proviene de cualquier sitio; empanadas: de carne o sintéticas; cruda: atávica costumbre que llegará a ser muy popular en el tercer milenio.
9.9. Las gambas, lo último en aperitivos. A través de la simplificación de la cadena alimenticia -y de las vicisitudes de su preparación- saben a magdalenas inglesas, es decir, a nada.
10. Programa
10.1. Las oficinas siguen allí, de hecho en mayor número que nunca. La gente dice que ya no se necesitan. En cinco o diez años todos trabajaremos en casa. Pero entonces necesitaremos casas mayores, lo suficientemente grandes como para albergar un mitin. Las oficinas tendrán que ser convertidas en hogares.
10.2. La única actividad es comprar. Pero ¿por qué no considerar las compras como algo temporal, provisional? Se avecinan tiempos mejores. Es nuestro propio error -no pensamos en nada mejor que hacer-. Los mismos espacios invadidos por otros programas- librerías, baños, universidades-. Será tremendo,
estaremos impresionados por su grandeza.
10.3. Los hoteles se están convirtiendo en el alojamiento genérico de la Ciudad Genérica, su edificio más común. Antes solía ser la oficina- que al menos implicaba un ir y venir-, asumida la presencia de otros alojamientos en cualquier otro lugar. Los hoteles son ahora contenedores que, en la expansión y en la perfección de sus equipamientos, hacen a casi todos los edificios redundantes. Incluso doblándose como los centros comerciales, son lo más parecido que tenemos a la existencia urbana; el estilo del siglo XXI.
10.4. El hotel ahora implica cautiverio, arresto domiciliario voluntario; no hay otro lugar donde ir que le haga la competencia; vienes y te quedas. Acumulativamente se describe una ciudad de diez millones de habitantes
encerrados en sus habitaciones, una especie de animación marcha atráscargados a reventar.
11. Arquitectura
11.1. Cierra los ojos e imagina una explosión de color beige. En su epicentro salpica el color de unos pliegues vaginales excitados, berenjena metálico-mate, tabaco kaki, calabaza cenicienta; una caravana de testigos nupciales...
11.2. Hay edificios interesantes y aburridos en la Ciudad Genérica, como en todas las ciudades. Todos señalan a Mies van der Rohe como su antecedente: la primera categoría a su torre irregular en Friedrichstadt( 1921), la segunda a las cajas que concibió no mucho después. Esta secuencia es importante:
obviamente, tras una experimentación inicial, Mies perdió el interés, aburriéndose. Lo mejor, sus últimos edificios, capturan el espíritu de sus primeros trabajos -¿depurados, reprimidos?- Como una ausencia, más o menos notable, nunca volvió a proponer proyectos "interesantes". La Ciudad Genérica prueba que estaba equivocado: sus arquitectos más osados han retomado el desafío que Mies abandonó, hasta el punto que ahora es difícil encontrar una caja. Irónicamente, este exuberante homenaje al interesante Mies muestra que "el" Mies estaba equivocado.
11.3. La arquitectura de la Ciudad Genérica es bella por definición. Construida a una increíble velocidad, y concebida a un ritmo aún mas increíble, hay una media de 27 versiones desechadas por cada una realizada-pero esto no es lo realmente significativo. Se elabora en las diez mil oficinas de arquitectura de las que nadie ha oído hablar, cada una de ellas vibrantes y con una fresca inspiración . Presumiblemente más modestos que los de sus colegas más conocidos, estos estudios están vinculados a través de una conciencia colectiva que les indica que hay algo erróneo en la arquitectura, y que sólo mediante sus esfuerzos puede ser rectificado. La fuerza de los números les da una espléndida y reluciente arrogancia. Diseñan sin vacilación. Ensamblan, con mil y una referencias y salvaje precisión, más riqueza de la que un genio pueda reunir nunca. Como media su educación ha costado 30.000 dólares, excluyendo gastos de transporte. Un 23% ha sido prestigiado en las universidades de la American Ivy League, expuestos -admitidos por cortos periodos- a la elite bien remunerada, los profesionales "oficiales". La consecuencia es que una inversión total combinada de 300 billones de dólares ($300.000.000.000) coste estimado de la educación en las escuelas de
arquitectura ($30.000 (como media) x 100 (media de trabajadores por oficina) x 100.000 (numero de oficinas transnacionales)) está trabajando y produciendo Ciudades Genéricas todo el tiempo.
11.4. Los edificios con formas complejas dependen de la industria del muro cortina, o de los cada vez mas efectivos adhesivos y sellantes que convierten cada edificio en una mezcla de camisa de fuerza y cámara de oxigeno. El uso de la silicona -"estamos estirando las fachadas tanto como den de sí"- ha reducido el espesor de todas las fachadas, vidrio pegado a piedra, acero u hormigón, en una impureza de la era espacial. Estos encuentros dan la sensación de rigor intelectual a través de la aplicación libre de compuestos de esperma transparentes que mantienen todo junto más por finalidad que por diseño -el triunfo del pegamento sobre la integridad de los materiales-. Como todo en la Ciudad Genérica, su arquitectura es lo resistente hecho maleable, una plaga no tanto por la aplicación de principios sino por la sistemática
utilización de lo que no está legislado.
11.5. Ya que la Ciudad Genérica es fundamentalmente asiática, su arquitectura está habitualmente acondicionada climáticamente; aquí es donde la paradoja de esta reciente y paradigmática desviación se agudiza (la ciudad ya nunca más significará el máximo desarrollo sino el subdesarrollo de sus fronteras); un
significado brutal por el que el acondicionamiento universal es obtenido miméticamente en el interior de los edificios a pesar de las condiciones climatológicas del exterior -tormentas repentinas, remolinos de aire, ráfagas frías en la cafetería, olas de calor, incluso neblina-; un provincianismo de lo mecánico, abandonado por la materia gris en beneficio de "lo electrónico". ¿Incompetencia o imaginación?
11.6. La ironía es que de esta manera la Ciudad Genérica es aún más subversiva, aún mas ideológica; eleva la mediocridad al máximo rango; es como el "Merzbau" de Kurtz Schwitter a la escala de la ciudad: la Ciudad Genérica es una Merz-city.
11.7. El ángulo que forman las fachadas es el único indicio fiable de genialidad arquitectónica: tres puntos por inclinarse hacia atrás, doce por inclinarse hacia delante, dos de penalización por los retranqueos (demasiado nostálgico).
11.8. La aparente solidez de la sustancia de la Ciudad Genérica es engañosa. El 51% de su volumen es atrio. El atrio es un mecanismo diabólico por su habilidad para justificar lo insustancial. Su nombre romano es una garantía de clase arquitectónica -su origen histórico convierte el tema en inagotable- Reafirma al cavernícola en su implacable provisión de confort metropolitano.
11.9. El atrio es un espacio vacío: los vacíos son los edificios esenciales de la Ciudad Genérica. Paradójicamente, su porosidad asegura su presencia física, el hinchado de su volumen es el único pretexto para su manifestación física. Cuanto más completos y repetitivos son sus interiores, menos se percibe su
repetición de lo esencial.
11.10. El estilo a elegir es el Posmodernismo, y siempre será así. El Posmodernismo es el único movimiento que ha tenido éxito al conectar la práctica arquitectónica con la práctica del terror. El Posmodernismo no es una doctrina basada en la lectura altamente civilizada de la historia de la arquitectura, sino un método, una mutación en la arquitectura profesional que produce resultados lo suficientemente rápidos como para mantener el ritmo que exige el desarrollo de la Ciudad Genérica. En lugar de conciencia, como sus
inventores originales esperaban, creó una nueva inconsciencia. Es una pequeña ayuda para la modernización. Cualquiera puede hacerlo -un rascacielos basado en una pagoda y/o en un pueblo de las colinas toscanas-.
11.11. Toda resistencia al Posmodernismo en antidemocrática. Crea un sigiloso envoltorio alrededor de la arquitectura que lo hace irresistible, como un regalo navideño de la beneficencia.
11.12.¿Hay alguna conexión entre el predominio de los espejos en la Ciudad Genérica -¿es para celebrar la nada con su multiplicación o es un desesperado esfuerzo para capturar las esencias en su proceso de evaporación?- y los presentes que, desde hace siglos, suponían ser los regalos mas efectivos para los salvajes?
11.13. Máximo Gorky habla en relación a Coney Island como de un "aburrimiento variado". Claramente piensa en el término como en un oxímoron. La variedad no puede ser aburrida. Pero la continua variedad de la Ciudad Genérica al menos nos ayuda a percibir la variedad como algo habitual: banalizada, en una inversión de expectativas, su repetición se ha convertido en anormal, y por tanto, potencialmente atrevida, estimulante. Pero eso será en el siglo XXI.
12. Geografía
12.1. La Ciudad Genérica tiene generalmente un clima más cálido; está camino del sur -hacía el Ecuador- lejos de la confusión que produjo el norte en el último milenio. Es un concepto en estado de migración. Su último destino es ser tropical -mejor clima, gente guapa-. Está habitada por aquellos a los que no les gusta estar en otro lugar.
12.2. En la Ciudad Genérica, la gente no solo es mas atractiva que sus semejantes, sino que se supone que tienen aún mejor temperamento, menos obsesionada con el trabajo, menos hostil, más amable. En otras palabras, es la prueba de que hay una conexión entre arquitectura y comportamiento, que la ciudad puede hacer mejores personas incluso a través de métodos sin identificar.
12.3. Una de las características mas potentes de la Ciudad Genérica es la estabilidad de su clima -no hay estaciones, predicen tiempo soleado- aunque todos los informes meteorológicos se nos presentan en términos de cambio inminente y probable empeoramiento: nubes en Karachi. Desde la ética y la religión el tema del destino se ha elevado hasta el inexplicable dominio de lo meteorológico. El mal tiempo parece ser la única ansiedad que se cierne sobre la Ciudad Genérica.
13. Identidad
13.1 Hay una calculada redundancia en la iconografía que adopta la Ciudad Genérica. Si está frente al mar, los símbolos marinos están distribuidos por todo su territorio. Si es un puerto, los barcos y las grúas también aparecerán muy tierra adentro. (De todos modos enseñar los propios contenedores no tendría sentido: no puedes particularizar lo genérico a través de lo Genérico) Si es Asiático, entonces delicadas (sensuales, inescrutables) mujeres aparecerán en elásticas poses, sugiriendo (religiosa y sexualmente) la sumisión en
cualquier sitio. Si tiene montañas, cada folleto, menú, ticket, anuncio, insistirá en el monte, como si sólo una tautología sin costura fuera conveniente. Su identidad es como un mantra.
14. Historia
14.1. Lamentar la ausencia de historia es un reflejo aburrido. Supone un consenso no escrito por el que la presencia de historia es deseable.¿Pero quien dice que este sea el caso? Una ciudad es un plano habitado de la manera mas eficiente por gentes y procesos, y en la mayoría de los casos, la presencia de la historia lastra su realización...
14.2 Actualmente la historia obstruye la pura explotación de sus valores teóricos como ausencia.
14.3. A través de la historia de la humanidad -para escribir un capitulo aparte the American Way- las ciudades han crecido mediante un proceso de consolidación. Los cambios se hacen sobre la marcha. Las cosas se improvisan. Las culturas florecen, decaen, reviven, desaparecen, son saqueadas, invadidas, humilladas, violadas, triunfan, renacen, tienen edades de oro, caen de repente silenciosamente -todo en el mismo sitio-. Por eso la Arqueología es una profesión de excavadores: muestra capa tras capa de
civilizaciones (por ejemplo, la ciudad). La Ciudad Genérica, como un croquis mal elaborado, no está mejorada sino abandonada. La idea de estratificación, intensificación y finalización son desconocidas para ella: no tiene capas. Su próxima capa aparecerá en otro lugar, tal vez en la puerta de al lado -que puede tener el tamaño de un estado- o incluso en algún sitio más, todo junto. El arqueólogo (igual a arqueología más interpretación) del siglo XX necesita innumerables billetes de avión y no una pala.
14.4 Al exportar/expulsar sus mejoras, la Ciudad Genérica perpetúa su propia amnesia (¿su único vinculo con la eternidad?). Su arqueología será por tanto la evidencia del paulatino olvido, el documento de su evaporación. Su genio tiene las manos vacías (no como el emperador sin ropa, sino como el arqueólogo sin
hallazgos, sin ni siquiera un sitio).
15.Infraestructuras
15.1 Las infraestructuras, que mutuamente se reforzaron y totalizaron, se están convirtiendo en más y más competitivas y locales; no pretenden crear conjuntos funcionales sino entidades funcionales revueltas (spin off). En vez de una red y un organismo, la nueva infraestructura crea enclaves y callejones sin salida: el grand récit y lo parasitario no se desvían. (La ciudad de Bangkok ha aprobado planes para tres sistemas de metro aerotransportados que competían para llegar de A hasta B; el más fuerte ganará.)
15.2. La infraestructura ya no es una mayor o menor responsabilidad delegada por una necesidad más o menos urgente, sino un arma estratégica, una predicción: el puerto X no se amplía para servir a la demanda de consumistas frenéticos sino para matar/reducir las oportunidades de que el puerto Y pueda sobrevivir al siglo XXI. En una misma isla, a la metrópolis del sur Z, aún en su infancia, se la dota de un nuevo sistema de metro que haga parecer a la arraigada metrópolis W, torpe, congestionada, un antepasado. La vida en V se
ha suavizado para hacer eventualmente insoportable la vida en U.
16. Cultura
16.1. Sólo cuenta lo redundante.
16.2. En cada huso horario hay al menos tres actuaciones de Cats. El mundo está rodeado por un anillo de Saturno de maullidos.
16.3. La ciudad solía ser el gran escenario de caza sexual. La Ciudad Genérica es como una agencia de citas: encaja eficientemente las provisiones con la demanda. Orgasmo en vez de agonía: hay progreso. Las más obscenas posibilidades (oportunidades) se anuncian en la más limpia tipografía: la helvética (swiss) se ha convertido en pornográfica.
17. End
17.1. Imagina una película de Holywood sobre la Biblia. Una ciudad en alguna parte de la Tierra Prometida. Escena del Mercado: de izquierda a derecha extras caracterizados con harapos de colores, pieles, albornoces de seda, entran en escena gritando, gesticulando, con los ojos vueltos, provocando peleas, riendo, rascándose las barbas, mechones de pelo untados con pegamento, agolpándose hacia el centro de la imagen ondeando palos, puños, volcando butacas, pisoteando animales... La gente grita. ¿Vendiendo
mercancías? ¿Adivinando el futuro? ¿Invocando dioses? Se roban bolsos, los criminales son perseguidos (¿o son ayudados?) por las multitudes. Los curas rezan por la calma. Los niños enloquecen entre la maleza de piernas y albornoces. Los animales ladran. Las estatuas se caen. Las mujeres chillan -¿amenazadas?¿extasiadas?-.La masa batida se hace oceánica. Las olas rompen. Ahora quita el volumen -silencio, un alivio bienvenido- e invierte la película. Los ahora mudos pero aún visibles hombres y mujeres agitados se
tambalean hacia atrás: el observador no sólo ve personas, sino que empieza a notar espacios entre ellos. El centro se vacía: las últimas sombras evacuan el rectángulo del cuadro de la imagen, probablemente lamentándose, pero afortunadamente nosotros no las oímos. El silencio ahora se refuerza por el vacío: la imagen muestra butacas vacías, algunos restos que fueron pisoteados. Auxilio... se acabó. Esa es la historia de la ciudad. La ciudad ya no es. Podemos irnos ya del teatro... 1994.