La ciudad dispersa engulle territorio y precisa de infraestructuras muy costosas. Su éxito radica en lo barato que resulta transformar el suelo agrícola en hábitat de baja densidad. Además, muchos ciudadanos prefieren la suburbanización porque les ofrece seguridad, un jardín propio, y una vivienda individual. La dispersión urbana conoció su apogeo en los Estados Unidos a finales del siglo XX, y hoy sus adaptaciones triunfan en Asia Pacífico y América Latina.
Sin embargo, este tipo de ciudad, además de no ser sostenible, es a menudo excluyente y genera un archipiélago de fragmentos anodinos, de islas especializadas carentes de diversidad.
Nos interesan las operaciones sobre estos territorios de baja densidad que precisamente contradicen los principios del modelo. Se trata de proyectos de vivienda colectiva que aportan densidades residenciales superiores a las del entorno. Su compacidad los convierte en hitos destacados en el interior de una trama uniforme dominada por la escala reducida del tejido unifamiliar. Otras veces, introducen usos distintos del residencial: se trata de pequeños edificios híbridos que funcionan como puntos de reunión.
[texto. Aurora Fernández Per, Javier Mozas, Javier Arpa en Density is Home] [sitio. A+T Publishers]
Nos interesan las operaciones sobre estos territorios de baja densidad que precisamente contradicen los principios del modelo. Se trata de proyectos de vivienda colectiva que aportan densidades residenciales superiores a las del entorno. Su compacidad los convierte en hitos destacados en el interior de una trama uniforme dominada por la escala reducida del tejido unifamiliar. Otras veces, introducen usos distintos del residencial: se trata de pequeños edificios híbridos que funcionan como puntos de reunión.
[texto. Aurora Fernández Per, Javier Mozas, Javier Arpa en Density is Home] [sitio. A+T Publishers]