Hacia una Costa Inteligente / Manuel Gausa


Como conclusión de la serie de artículos en los que se reflexionó sobre el fenómeno del turismo desde el arte, una serie de propuestas para afrontar y potenciar su futuro.
 España es uno de los mayores destinos mundiales en turismo y costa y, sin embargo, durante años se ha producido en el país una situación paradójica: si bien el turismo representaba la primera actividad económica y probablemente el primer agente de transformación del territorio, al mismo tiempo, éste era considerado como un fenómeno menor, despreciado (si no ignorado) por una cultura oficial más interesada en aspectos esenciales de la geografía o la ciudad tradicionales que en aquellos propios de un espacio -el de la costa- demasiado "salvaje", sujeto a procesos casi espontáneos y aparentemente ajenos a las lógicas racionales de la ortodoxia planificadora.

Una costa que se nos presenta ahora como una extraña y discontinua megápolis lineal progresivamente interconectada por una fuerte red de infraestructuras, paisajes, servicios y equipamientos, no siempre bien articulados. Un escenario, pues, durante largo tiempo "a disposición" de una rentabilidad a corto plazo, sin apenas análisis, exploraciones y prospectivas -globales y locales- sobre sus condiciones, valores y activos (patrimoniales y culturales, arquitectónicos, paisajísticos, sociales y antropológicos, ambientales, sensoriales e históricos...).

España se encuentra hoy en una fase de madurez propia de un destino experimentado que evidencia la evolución de diferentes procesos encadenados, desde el descubrimiento del fenómeno en los años cincuenta, su desarrollo en los sesenta, su explotación y reajuste en los setenta y su diversificación en los ochenta y noventa hasta la etapa actual de redefinición y reorientación críticas y que, tras esa acumulación de modelos, tipologías y procesos, se enfrenta ahora, casi de repente, a nuevos destinos particularmente competitivos. Modelos y experiencias con déficits, errores, conflictos y fuertes impactos, pero también con claros potenciales que precisan un análisis ponderado, una reinvención cualitativa y, sobre todo, un nuevo tipo de investigación.
En efecto, el fenómeno turístico y su traducción territorial no pueden ser entendidos ya, tan sólo, como un asunto de negocio fácil, ni como una mera industria de servicios sino como una gran empresa, nuestra primera empresa nacional. Y como toda empresa avanzada es éste un campo que precisa I+D+I. En este sentido, ¿a qué hipótesis de trabajo deberíamos remitir ese escenario "paraturístico" o "neoturístico"?

1. A las de una costa que, más allá del peso específico de los antiguos nodos industriales y/o portuarios aparece mayoritariamente conformada por pequeños núcleos poblacionales "explotados" a través de grandes tramas de erupción acelerada y aglomeración "casual" -cuando no virtualmente autoplanificada- que demandan nuevas intervenciones para dotar de calidad urbana a unas realidades a menudo en fase de agotamiento u obsolescencia.

2. A las de una costa que asiste a inesperadas situaciones de "guetificación" social (y residencial) derivadas de los efectos de una inmigración de la necesidad pero, también, de una inmigración del bienestar. Éstas generan a menudo virtuales "recintos" monocomunitarios dentro de viejos tejidos colectivos, sin apenas estructuras de intercambio.

3.Una costa hecha, a su vez, de múltiples "salpicaduras" asociadas a un sinfín de extensiones urbanas dispersas, punteadas de segundas/primeras residencias individuales que intentan emular el sueño de la ciudad-jardín y que demandan, hoy, nuevas estructuras de articulación, pero también de densidad urbana. Sería preciso redirigir la actual microparcelación de un paisaje "en venta" mediante la introducción de nuevos tipos de desarrollos de concentración sostenible, sensibilidad paisajística, impacto limitado y mayor rentabilidad a medio y largo plazo.

4. A las de una costa que evidenciaría su estrecha relación con las propias redes de comunicación y transporte como elementos compresores del territorio. Se hace necesario planificar una nueva geografía espacio-temporal, conectada a través de nuevos y viejos medios de comunicación vial destinadas a "trenzar" los desarrollos y relacionarlos, a su vez, con posibles circuitos de intercambio entre litoral e interior.

5. A las de una costa particularmente sensible a la importancia del paisaje y, en particular, a aquél de fricción entre "mar-tierra" y, por tanto, a la incidencia de las playas como gran escenario relacional.

6. A las de una costa de construcciones funcionales y convencionales, masivas y dispersas, banales y estrafalarias pero, también, de arquitecturas de fuerte valor arqueológico y patrimonial surgidas de los ensayos pioneros de la modernidad (hoteles, apartamentos, centros de ocio...) o de nuevas operaciones de diseño cualitativo. Todo esto sugeriría una valoración de los propios activos edilicios, pero también de aquellos otros culturales, sensoriales o ambientales a fin de proteger una identidad plural.

7. A las de una costa en la que se mezclan antiguas tipologías de ocio y consumo con nuevos conjuntos temáticos lúdico-inmobiliarios (golf, multiresorts, parques de actividad...) convertidos en "centros" polarizadores de desarrollo. Esta nueva situación precisa un análisis de sus propias lógicas pero también un estudio de aquellos otros modelos vinculados a posibles escenarios mixtos, propios de ese turismo cada vez más personalizado, que tan bien definiría Josep Francesc Valls.

8. A las de una costa que convocaría parafernalias de consumo y comunicación, de confort y ocio, pero en los que cabría reconocer un tipo de atmósfera especial, más hedonista, colorista y lumínica, más desinhibida e informal, lejos de la severidad de la ciudad tradicional.

En este sentido, y a pesar de sus a menudo torpes resultados, parece todavía posible formular hoy esa hipotética ecuación "costa+inteligencia" desde una investigación abierta a nuevos tipos de estrategias que tengan en cuenta una programación -y gestión- de los espacios urbanos y paisajísticos, culturales y sociales, en el territorio, con el territorio y entre territorios.

Manuel Gausa es doctor arquitecto, director del Master Intelligent Coast (FPC). Miembro del Consell Assessor per al Desenvolupament Sostenible, Generalitat de Catalunya.

[texto. Manuel Gausa en El País. Lunes, 03 Septiembre, 2007]