Innovación / Luis Hevia

Los hombres incesantemente se fabrican un paraguas que los resguarda, en cuya parte interior trazan un firmamento, y escriben sus convicciones, sus opiniones, pero el poeta, el artista, practica un corte en el paraguas, rasga el propio firmamento, para dar entrada a un poco de caos libre y ventoso y para enmarcar en una luz repentina una visión que surge a través de la rasgadura, primavera de Wordsworth o manzana de Cezanne, silueta de Macbeth o de Acab. Entonces aparece la multitud de imitadores, que restaura el paraguas con un paño, que vagamente se parece a la visión, y la multitud de glosadores, que remiendan la hendidura con opiniones: comunicación. D.H. Lawrence.

Entendiendo que la raíz etimológica del concepto innovar, proviene del latín innovare, que quiere decir cambiar o alterar las cosas produciendo novedades, la idea de la rasgadura del paraguas planteada por D.H. Lawrence en 1923 podría perfectamente asociarse al proceso innovativo. A partir de esto también se podría comenzar deciendo que el innovador es un individuo que va más allá de lo establecido, de lo probado, de lo seguro; finalmente alguien capaz de tomar riesgos.
Para aprehender un poco más la idea del proceso de innovación se presenta un conjunto de definiciones, que si bien pueden estar orientadas principalmente a un ámbito económico, sirven pues dan luces claras, cada uno con un enfoque distinto, de lo que persigue la innovación.
J. Schumpeter en 1939 decía en relación a la innovación, que la invención es aquel producto o proceso que ocurre en el ámbito científico-técnico y perdura en el mismo (ciencia pura o básica) mientras que la innovación se relaciona con un ámbito de índole económico. Dentro de este esquema, se considera la difusión como la transmisión de la innovación, la cual permite que un invento se convierta en un fenómeno económico social.
Al respecto H. Stevenson complementaba y redirigía la discusión aduciendo que innovar no implica sólo crear un nuevo producto, sino que se puede innovar al crear una nueva organización, una nueva forma de producción o una forma diferente de llevar adelante una determinada tarea. Es decir que la innovación puede estar en cualquier ámbito o proceso.
De manera más reciente Elser en 1992 define la innovación como la producción de un nuevo conocimiento tecnológico, diferente de la invención que es la creación de una idea científica teórica o concepto que puede conducir a la innovación cuando se aplica al proceso de producción.
En 1998 la CONEC desglosa la idea y la separa en dos procesos fundamentales, enunciando que la innovación es el complejo proceso que lleva las ideas al mercado en forma de nuevos o mejorados productos o servicios. Este proceso está compuesto por dos partes no necesariamente secuenciales y con frecuentes caminos de ida y vuelta entre ellas. Una esta especializada en el conocimiento y la otra se dedica fundamentalmente a su aplicación para convertirlo en un proceso, un producto o un servicio que incorpore nuevas ventajas para el mercado.
En relación a todo lo anterior M.M. Formichella pone en relación los distintos horizontes con los cuales se entiende el concepto y define la innovación como la representación de un camino mediante el cual el conocimiento se traslada y se convierte en un proceso, un producto o un servicio que incorpora nuevas ventajas para el mercado o para la sociedad.
De este conjunto de definiciones se podría entender que el proceso lógico que llevaría a la innovación consta fundamentalmente de cuatro pasos: primero la invención, crear algo nuevo, que en realidad nunca es totalmente nuevo, siempre tiene relación con algo existente, segundo la difusión, darla a conocer y descubrir si ésta tendrá la capacidad de insertarse dentro de un medio. Si es así, el tercer paso es la innovación, la cual generará un cambio, una ruptura, dando lugar al el cuarto paso que es la sustitución de algo existente por la invención.

[texto. Luis Hevia]